El retorno de migrantes: una nueva etapa en la crisis humanitaria latinoamericana

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La dinámica migratoria en América Latina está cambiando. En lugar de avanzar hacia el norte, como ha sido habitual, cada vez más personas están emprendiendo el viaje de regreso. Esta tendencia refleja un endurecimiento en las políticas migratorias de países como Panamá, Costa Rica y México, lo que ha llevado a muchos migrantes, especialmente venezolanos, a retornar a sus países de origen o a detener su ruta en el sur del continente.

De acuerdo con el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) de Panamá, el paso de migrantes por la peligrosa selva del Darién disminuyó en un 98% durante marzo de 2025. Esta caída no es indicativa de una mejora, sino de un escenario más complejo: personas desmotivadas, sin recursos y sin posibilidades reales de avanzar.

Ante esta situación, organismos internacionales como la Unión Europea, en colaboración con organizaciones humanitarias como HIAS y Médecins du Monde, están centrando sus esfuerzos en brindar apoyo a quienes han quedado varados o han optado por regresar. Las ayudas se concentran en puntos estratégicos de Colombia como Capurganá, Necoclí, Medellín, Cali y la frontera con Venezuela.

Desde Bruselas, la UE ha reiterado su compromiso de atender esta crisis creciente. Nicolas Govaerts, jefe de ayuda humanitaria para Centroamérica, señaló que la migración sigue siendo una prioridad para los programas de asistencia europea, subrayando el impacto de esta problemática en la región.

Representantes de HIAS han informado que quienes regresan enfrentan altos niveles de frustración y ansiedad, mientras que Médecins du Monde ha denunciado que muchos migrantes han sufrido violencia, tortura o abusos sexuales en su trayecto, afectando gravemente su salud física y mental.

Los grupos retornados, que suelen estar compuestos por entre 70 y 100 personas al día, suelen llegar sin recursos, tras haber vendido lo poco que poseían para financiar su viaje. En comunidades como Capurganá, la presión local impulsa a los migrantes a seguir moviéndose, mientras las organizaciones humanitarias ofrecen asistencia médica, alimentos y apoyo para transporte.

La migración en América Latina está mostrando un nuevo rostro: el del retorno forzado, una realidad que exige una respuesta humanitaria sostenida y coordinada.

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